Este hermoso conjunto de islas, denominadas también Antillas Holandesas, se centra en dos grupos fácilmente navegables: las islas de Sotavento o septentrional, y las de Barlovento o meridional. Se trata de un enclave mágico al tratarse del lugar que divide el océano Atlántico del mar de Caribe.

La belleza de estas islas es a menudo bien conocida de antemano, como es el caso de Aruba, famosa por sus playas, marinas y oferta turística; o Curazao (su puerto ha sido declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO) y Bonaire (cuya mayor belleza se encuentra en la vida subacuática y con una visión de 30 metros de distancia para el buceador), todas frente a la costa de Venezuela, por si el capitán intrépido decide extender su ruta en esa dirección.

Por otro lado, el grupo septentrional consta de Saba, cuya superficie posee un volcán extinto (el Mount Scenery, que, además, es el punto más alto de todos los Países Bajos), y Sint Eustatius y Sint Maarten, a tan solo 150 millas de puerto Rico. Esta última tiene la peculiaridad de estar dividida. Su parte meridional pertenece al departamento Francés de Ultramar, y el territorio holandés, cabe mencionar, no está incluido dentro de la Unión Europea por lo que su moneda es el florín antillano, aunque el euro y el dólar son utilizados y aceptados.

Entre las muchas marinas y fondeaderos que encontramos en las Antillas Neerlandesas, cabe resaltar el puerto de Philipsburg, motor principal de la economía y destino muy importante del Caribe y que goza de centro comercial, puerto deportivo y el embarcadero Captain Hodge Wharf.